Tras contar en esta entrada como trabajamos las matemáticas en casa, creo que falta explicar más o menos cómo trabajamos la lectoescritura.
Igual que con las matemáticas, la lectoescritura no la trabajamos en casa. Surge en numerosas actividades de la vida diaria, de la de los adultos y de la de los niños. Y como los niños son seres humanos, con un cerebro capaz de aprender por sí mismos, con el tiempo adquirirán la lectoescritura.
Para adquirir la lectoescritura por sí mismo, un niño tiene que cumplir con una serie de condiciones:
- tienen que querer, se necesita motivación intrínseca
- tienen que estar maduro, necesita que en su cerebro haya ciertas estructuras
- tiene que vivir en un ambiente alfabetizado, necesita estar rodeado de personas que lean y escriban
- necesita que no le enseñan. No conocemos apenas casos de niños que aprendan por sí mismos, pero esto no es por culpa de los niños, no es porque no puedan aprender por ellos mismos, es porque los adultos que les rodeamos les enseñamos: les robamos la posibilidad de aprender por sí mismos
- necesita confianza: y todos los niños la tienen. Los que les quitamos la confianza en ellos mismos somos los adultos, que dudamos de su capacidad para aprender.
El aprendizaje de la lectoescritura en estas condiciones, en general pasa por una serie de etapas:
- 1º) El niño es muy pequeño, muestra interés por los libros como por cualquier otra cosa, para tocar, chupar, lanzar…. Los padres están convencidos de que aprenderá por sí mismo, no hay ningún tipo de miedo en el ambiente. En esta etapa el niño aprende: el concepto de libro, a pasar hojas, hábitos acerca de cómo se manipulan los libros…
- 2º) El niño crece un poco. Hay dos variantes: el niño da signos de que conoce el nombre de algunas letras y los padres se emocionan al creer que su hijo en breve leerá de corrido; o bien el niño no da signos de conocer el nombre de ninguna letra
- 3º) Pasa un tiempo. El niño no aprende a leer como los padres esperaban así que se tiran de los pelos, les da miedo y encuentran docenas de niños que aprenden antes que el suyo….
- 4º) Un buen día, descubren que su hijo sabe leer. Los padres se preguntan: ¿desde cuando? ¿cómo ha sido? no era para tanto, ¿verdad? Normalmente, los niños que de muy pequeños conocen el nombre de las letras, tardan unos cuantos años en leer, por lo que los padres se impacientan un poco.
- 5º) El niño lee todo lo que cae en sus manos: no quiere salir de casa, no duerme, solo lee y lee. La gran preocupación de los padres ahora es cómo hacer para que deje de leer.
La duración de todo este proceso depende de cada niño y de cada familia. Normalmente aprenden a leer solos entre los 5 y 8 años. Los padres cuyos hijos aprenden antes, pasan menos miedo que los que aprenden después.
Pero un niño no aprende a leer pronto o tarde: el niño que aprende a leer por sí mismo con 10 años, no aprende a leer tarde, aprende a leer cuando se cumplen las condiciones que vimos antes. Cada niño aprende justo en el momento en que está preparado para ello. Y ese momento no puede ser ni pronto ni tarde, porque siempre es en el momento justo.
La idea de aprender tarde o pronto, solo tiene sentido si estamos comparando a un niño con otro. Todos los niños son diferentes. A mi hijo mayor le salió su primer diente con 15 meses, y a mi hija con 7 meses. No es mejor ni pero una cosa que la otra. No es «malo» hacer las cosas más tarde que otra persona. Lo que no es bueno, desde mi punto de vista, es no poder vivir tu proceso, o vivir comparando los procesos de personas diferentes.
Lo raro es que dos personan coincidan en su proceso. Lo normal es que personas diferentes tengan intereses diferentes. Todos los niños tienen ritmos, capacidades, cerebros, motivaciones e intereses diferentes. Por lo que es igual de normal aprender a leer con 5 años, que aprender con 8 años.
Los adultos tenemos mucha prisa. Pero es que un niño que con 7 años no lee él solo, no se está perdiendo nada, no va más retrasado que el niño que aprendió con 5. No se pierde nada. Está trabajando en cosas diferentes, a otro ritmo, porque es diferente.
¿Por qué nos da tanto miedo? ¿Qué mas da dos años antes que después? Si de verdad creemos que el niño se está perdiendo algo porque no lee solo, la solución es evidente: leerle. Leerle todo aquello que él quiera. Y así seguro que no se pierde nada, que no se «atrasa».
En la escuela se empieza a enseñar a leer desde infantil, por lo que es muy difícil que un niño que va al colegio pueda aprender por sí mismo. Pero, ¿qué dice la ley?: La ley educativa es muy clara, y en España, el niño debiera aprender a leer en PRIMER CICLO. Esto lo dice la ley, ni los maestros, ni las editoriales, ni los padres, que normalmente tienen más prisa. Y el primer ciclo de primaria abarca primer y segundo curso de primaria, es decir, que (repito) según la ley educativa española, los niños debieran aprender a leer con 6-7 años. Un niño tiene que tener adquirida la lectoescritura al pasar a segundo ciclo de primaria: tiene que saber leer con 8 años.
Un niño no «aprende a leer». No hay un punto en el que se sepa y un punto en el que no. Esa forma de entender el aprendizaje es escolar. Todos los seres humanos leen, cada uno a su manera. La lectoescritura es un proceso. Ninguna persona acaba de aprender a leer.
El entender la lectura desde otro punto de vista, lo único que genera es miedo, desconfianza, ganas de enseñar. Implica que «saber leer» es un punto y final. Y no es así. Todo el mundo sabe leer, cada uno a su manera, porque estamos hablando de un proceso, de recorrer un camino que no acaba nunca.
Entender la lectoescritura como un proceso, ayuda mucho a los padres, da mucha tranquilidad. Porque yo veo que mis hijos están en su proceso, veo que no hay nada que se lo interrumpa (juicio, enseñanza, miedo), luego todo está bien. Es cuestión de tiempo y trabajo que sigan en su proceso, cambiando, evolucionando, aprendiendo cosas nuevas.
Mi hijo pequeño tiene año y medio, y sabe leer. Lógicamente, no lee como leo yo. Ni siquiera lee como otro niño de año y medio. Mi hijo pequeño es único en el mundo. No hay ningún otro niño igual a él en todo el universo. Y por eso, no hay nadie que lea igual que él. Es único, diferente, especial. Ahora mismo, le gusta mucho leer. Está muy centrado en cómo pasar las páginas de libros. Sabe que ahí ponen cosas, lee imágenes, juega a que las imágenes representan cosas diferentes, las señala y hace gestos: si señala a un niño, luego se señala a él mismo, si señala a un perro, dice «guau»…
Mi hija acaba de cumplir 3 años, y tampoco hay una niña igual que ella. También le gusta mucho leer, y es muy pesada: cada dos por tres se escapa a la estantería, coge un libro y dice que quiere leer. Tenemos que reñirle y pedirle que deje de sacar libros. Los lee sola, o nos pide que le acompañemos. Le gusta muchísimo que le leamos nosotros en voz alta. Y si no le queda más remedio, pues lee ella sola. Es como un lorito, se sienta con su libro y parlotea, y parlotea….Y le encanta ver escrita la letra H, porque es con la que empieza su nombre. Se alegra cuando encuentra M, A, L y B, que son las de las letras de los demás, pero su favorita sin dudarlo es la H.
Mi hijo mayor tiene 5 años, y también es único en el mundo. Y también le encanta leer. Lee solo o acompañado. Por diversión o para buscar información. Y a veces le lee cuantos a sus hermanos: como le hemos leído los cuentos tantas veces, se lo sabe de memoria y se los repite a sus hermanos. Lo que más le gusta es que nos sentemos a leer con él. Y tiene muy claro que libros le gusta y cuales no, cuando quiere leer y cuando no. Ahora mismo está muy interesado en escribir palabras concretas con las que buscar en google las páginas que le gustan.
Mi marido también es único. Tiene clarísimo lo que va a leer y lo que no. Lee todas las noches, varios libros a la vez. El año pasado le regalamos un e-book, y eso ha cambiado su forma de leer: ha aumentado considerablemente su biblioteca. Ahora está muy interesado en catalogar los libros que tiene, y en conseguir más.
Y yo, leo los libros de uno en uno. No puedo leer varias cosas al tiempo. También tengo claro lo que me gusta y lo que no. Leo por temporadas, hay veces que mucho, hay veces que menos. Desde que tengo a los niños no leo apenas.
Hay muchísimo miedo a que no aprendan, miedo que si se analiza bien no tiene razón de ser. ¡Pero si aprenden a leer aunque les enseñes!
¿QUÉ PODEMOS HACER PARA QUE APRENDAN A LEER POR SÍ MISMOS?
Como en la entrada de las matemáticas, contaré a continuación qué cosas son las que hacemos en casa que sirven para este proceso, qué cosas hacemos los adultos (en relación con nuestro propio proceso y en relación con el proceso de los niños) y qué cosas son las que hacen los niños.
Qué hacemos los adultos para nosotros:
- leemos, porque nos gusta, porque nos entretiene, nos divierte, porque buscamos información sobre algo…
- cocinamos: buscamos recetas en libros o en internet, la escogida la escribimos (un resumen) y mientras cocinamos la leemos
- enviamos mails y mensajes, y los recibimos. Los que son para toda la familia, los comentamos entre todos
- escribimos, yo por ejemplo, este blog
- compartimos lo que nos gusta con los demás: si leo algo que me impacta, se lo cuento. Si mi marido encuentra una historia que le gusta y cree que a nosotros nos puede interesar, nos la lee…
Qué hacemos los adultos en relación al proceso de los niños:
- no les enseñamos: si le enseño yo, él no va a aprender por sí mismo. No quiero robarle eso. Tampoco planificamos actividades, ni juegos ni ejercicios
- contestamos sus preguntas, solo a lo que pregunta, no más allá. No aprovechamos sus preguntas para enseñar cosas.
- no nos adelantamos
- no juzgamos sus proceso: no evaluamos todos los días lo que sabe y lo que no, y igual que no le decimos que no sabe leer, tampoco le decimos que lee «bien»
- intentamos defenderles del juicio externo
- ponemos material a su alcance: libros, papel, rotuladores, abecedarios… Con este material, ellos solos, por propia iniciativa trabajan. Ellos solos, cuando les apetece, cogen un libro, o un abecedario. Y ellos solos decide cómo van a usarlo, si van a clasificar las letras o si van a formar palabras. Si van a leer un libro, o si van a buscar en él la letra P. Ellos solos, espontáneamente, por propia iniciativa, ya se ponen juegos, actividades y ejercicios.
- hablarles claro, no hacerles un lío. Llamamos a los deberes deberes (actividad que te ponen desde fuera) y a los juegos juegos (actividad espontánea que surge de uno mismo). También les damos la posibilidad de que nos digan que no a las actividades que les proponemos
- darles hábitos y normas para usar el material: por ejemplo, los libros no se rompen, ni se chupan, después de utilizarlos hay que guardarlos en su sitio, el rotulador se coge de una manera, las hojas también hay una forma de pasarlas, hay cierto material que solo les dejamos si vamos a poder estar con ellos acompañándoles…
- reflexionar y formarnos
Qué cosas hacen los niños:
- escriben solos, jugando o con intención de comunicarse(la carta a los reyes magos)
- escriben pidiendo nuestra ayuda, para que les digamos con qué letras se pone una palabra, o nos piden que la escribamos para copiarla, o directamente que la escribamos nosotros
- preguntan constantemente: ¿qué pone aquí? ¿dónde pone eso? ¿qué letra es esta? ¿cómo se escribe…?
- juegan: a que escriben, o con los abecedarios, con textos que recortan, doblan, pegan…
CONSEJOS:
- Tener controlado al maestro que todos llevamos dentro. A ese que corrige, que quiere seguir una programación lineal, y al que le encanta enseñar a los demás sacándoles de su proceso de aprendizaje para imponer el suyo.
- Trabajar para uno mismo, seguir con nuestro proceso para poder dejar que el niño siga con el suyo. Los padres parece que solo nos preocupamos de que el niño aprenda, pero ¿y qué pasa con nosotros? ¿cuando uno es adulto ya no tiene que seguir con su proceso de aprendizaje? ¿nos lo sabemos ya todo?
- Formarse en el proceso natural de aprendizaje, buscar cómo es, cómo se aprende. Si sabes que un niño para caminar, necesita antes gatear, no te extrañas de que lo haga, lo estás esperando, no te sorprende, reconoces el avance, te da seguridad y confianza en el niño y en su proceso. Buscar historias de niños que aprenden solos, para conocer cómo lo hacen, qué cosas les sirve y qué les dificulta.
- Buscar apoyo, gente que te ayude a reflexionar, saber cómo se las arreglan los demás.
- Confiar en el niño: él puede. Si yo, que soy muchísimo menos inteligente que mis hijos, puedo leer un texto y comprender lo que pone, no hay razón para que ellos no vayan a aprender.